A Mayor gloria de Dios
El mundo no es simplemente un escenario donde Dios baja a revelarse de vez en cuando, sino que es el mundo de Dios, donde Él trabaja con una discreción infinita.
La cultura de la seducción
“Los sociólogos nos dicen que vivimos en una cultura de la seducción. Después de la caída de las grandes utopías de la modernidad, capitalismo y socialismo, un aire de desencanto ha impregnado todos los espacios de la sociedad posmoderna. Tantos esfuerzos e ilusiones invertidos parecen perdidos. No han llenado nuestras expectativas. Frente al vacío de la interioridad y la pérdida de la dimensión trascendente de la vida que nos deja un aire de orfandad, se han creado dos grandes intentos huecos de reencantar el mundo: el consumismo y la diversión.”

Necesitamos una nueva sensibilidad para el misterio
Ante un paisaje un pintor verá todos los colores, un ingeniero verá el trazado de una posible urbanización, un ecologista mirará las especies que hay que conservar. Ante un paisaje nevado nosotros decimos que es blanco, pero los esquimales que viven siempre entre la nieve y el hielo, tienen decenas de nombres para la nieve. Un contemplativo verá la dimensión última de la realidad, donde Dios trabaja sin receso para que la vida que Jesús trajo se pueda vivir en plenitud.
No hay contemplación sin implicación real
No contemplamos la realidad desde la distancia, desde un palco privilegiado, sino implicándonos en la realidad, en la cercanía de las personas, dentro de las situaciones, en los trabajos de la cotidianidad. Para encontrarnos con Dios que trabaja siempre necesitamos trabajar también nosotros para unir nuestras acciones con la suya.